miércoles, 13 de mayo de 2009

IMANE, LA CHICA DE AYER




ANTONIO VEGA, HA MUERTO UN POETA




IMANE ESTÁ TRISTE
(La chica de ayer)
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Ella me enseñó quién era Antonio Vega. Un día la sorprendí y la invité a verle en una sala de culto de Madrid. Y allí descubrí por qué le gustaba tanto. Era un poeta, una sensibilidad a flor de piel capaz de atrapar una voluta en el aire y convertirla en un verso.
Había conseguido hacerse pasar por maldito, pero en él, viéndole ya tan vulnerable y frágil, lo único por maldecir era lo irreversible. Compartían su esfuerzo por sobreponerse a golpe de poemas y canciones, sólo los espíritus sensibles que suspiraban por reconocerle una sonrisa en una mueca dolorida.
Ayer murió un poeta que ponía música a sus versos. Imane, (mi chica de ayer) está triste, muy triste. Un beso y una rosa. El beso para ti. La rosa para Antonio. El chico triste que tenía por musa la ternura. Malasaña está de luto. Ha muerto un poeta con guitarra. No llores, Imane. Pronto volveremos a verle en la penumbra de una sala cualquier día de estos. Pronto volveremos a vernos.

sábado, 9 de mayo de 2009

LAS CANCIONES UNIVERSALES (I)










Yves Montand

LES FEUILLES MORTES
(Kosma y Prévert)
Oh! je voudrais tant que tu te souviennes
Des jours heureux où nous étions amis.
En ce temps-là la vie était plus belle,
Et le soleil plus brûlant qu'aujourd'hui.
Les feuilles mortes se ramassent à la pelle.
Tu vois, je n'ai pas oublié...
Les feuilles mortes se ramassent à la pelle,
Les souvenirs et les regrets aussi
Et le vent du nord les emporte
Dans la nuit froide de l'oubli.
Tu vois, je n'ai pas oublié
La chanson que tu me chantais.
C'est une chanson qui nous ressemble.
Toi, tu m'aimais et je t'aimais
Et nous vivions tous deux ensemble,
Toi qui m'aimais, moi qui t'aimais.
Mais la vie sépare ceux qui s'aiment,
Tout doucement, sans faire de bruit
Et la mer efface sur le sable
Les pas des amants désunis.

jueves, 7 de mayo de 2009

EL COLEGIO
***
"Se componía el recinto de grandes extensiones, destinadas al cultivo de alfalfa y maíz, que rodeaban un conjunto arquitectónico espléndido de tiempos espléndidos: dos caserones inmensos, rectilíneo el uno; el otro, el noble que debía haber sido, adornado, con encantos en la piedra arenisca; amplios huecos que fueron ventanales con vidrieras, galerías cubiertas mirando al sur, palmeras medio secas, oasis criado con mimo suntuoso. Parecía, en fin, un Versalles en el que hubieran entrado a la carrera los elefantes de Aníbal, y así debe ser poco más o menos"
José L. Matilla. "El cuarto árbol" (Seix Barral 1994)