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Restos de la batalla librada en Belchite (Zaragoza) en agosto de 1937, durante la Guerra Civil. Luego quedó como símbolo de uno de los bandos. Pero el abandono y el tiempo ya no distinguen. Sólo unas ruinas que avergüenzan y dejan un poso de lamento y pesimismo, porque el odio es el más eficaz camino hacia nuestra propia autodestrucción. Ojalá nunca se vuelva a repetir.
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