Era una ilusión encriptada en el reflejo de un espejismo. Un camino perfumado de tierra mojada y húmedos enebros que lleva al corazón mismo del origen de la lengua. Toda la imponente arquitectura del monasterio emerge rosáceo sobre un fondo verdoso de pinares y hayedos. Y el rumor del agua del río acompasa sus sinfonías arrullando el valle del monasterio donde fue criado Berceo. Y en todos los muros resuenan los ecos del glorioso mester de clerecía.
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