(BARCELONA)
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Texto y fotos de MARÍ ABRIL
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¡Qué poco podemos llegar a conocer nuestro entorno! Como suele pasar, lo más cercano es lo más alejado, así que decidí volver a reencontrarme con mi querida ciudad Condal. En su corazón histórico y, a nivel de subsuelo, la ciudad romana se había abierto ante mis ojos en incontables ocasiones. Ahora mis ojos descubrían una parte del subsuelo nuevo y embriagador…una Domus romana y unos silos medievales.
Curiosa por la nueva posibilidad de conocer algo “nuevo”, entré en el recinto de la Domus del carrer de la Fruita (calle de la Fruta), di una primera vuelta de contacto y me senté en uno de los taburetes situados estratégicamente, dejándome llevar por la imaginación. ¿Podrían hablarme las piedras?…
Suelo tener presente un dicho italiano que melló en mí, ya hace bastantes años…”parlanno le pietre ove la storia è muta” (hablan las piedras donde la historia es muda), ¿Qué querían contarme aquellas piedras? Y me dejé llevar, en un viaje imaginario hacia el pasado.
La Domus muestra tres etapas constructivas: la etapa romana, del siglo IV dC. La etapa medieval, con unos silos, por tanto una alhóndiga, situados en pleno corazón del antiguo Call (barrio judío) e incluso elementos constructivos de la llamada casa Morell del siglo XIX. Todo ello forma un conjunto singular y que como amante del Patrimonio me sorprendió y agradó.
Pero quizá lo que más me atrajo la atención fue la parte romana de la Domus y concretamente los mosaicos que formaban el pavimento de la zona de Peristilo. Una opus tesselatum realmente bien conservada en algunos puntos, que permite percibir el trabajo y la técnica que tenían los romanos a la hora de decorar sus casas, en las zonas nobles y privadas de las mismas.
Entre la opus y yo, había unas estructuras metálicas y unos cristales, pero eso no importaba, mis alpargatas parecía que se encontraban a gusto en ese lugar y me permitieron rememorar otros pies y otros calzados que sin lugar a dudas habían pisado ese suelo, sin pensar que iban a formar parte de la historia.
Quizá de todos los calzados que por ahí pasaron las calcei patricii y las calcei muliebres romanas habían pisado esos mosaicos que se aparecían ante mis ojos… ¡si pudieran hablar qué de cosas nos dirían! sobre la vida de esos romanos en esa Domus y de su mundo. Seguramente las calligae y los escarpines así como las alpargatas medievales también anduvieron y recorrieron este mismo lugar, pero no el mismo nivel de suelo. La recuperación de unos silos me muestran el aprovechamiento de las estructuras romanas para crear una alhóndiga, pero escondiendo (afortunadamente) los mosaicos.
Los trabajadores de la Alhóndiga habían hecho los silos, y muchos trabajadores habrían pisado un suelo no decorado pero ideal para almacenar y trabajar. Tapines, botas de cuero y zapatos de esparto sucumbieron a lo largo del tiempo en este lugar. Y hoy con el diseño de una nueva alpargata veraniega me he detenido con el respeto que merece la historia y he dejado volar mi mente durante algunos minutos para unirme a un espacio que ya es atemporal.
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