Existencia
Hay un graffiti que el invierno no borra,
sigue escrito en tu vientre espinado.
Hay estigmas arrancando la belleza al subsuelo,
como una cifra en los labios de la reflexión,
como la tiza que ha partido el gemido del mundo.
Frente a nosotros, aguamaniles del alba,
y espejos rotos donde ya es ciega la usura.
Los pintores del miedo, entorpecen las miradas
de los emisarios del sol.
Vuelven a hacer visibles sobre la piel de los héroes,
los tatuajes, las grafías cotizando en bolsa.
Y yo respondo exprimiendo los versos,
sobre la ciudad que murmura tras la niebla.
Y tú rodeas con una almohada de hielo,
los sueños que no hiciste realidad.
Hay goznes invisibles en los que gira
la puerta del silencio.
Se abre y se cierra golpeándome el rostro.
Hay lágrimas de mercurio tras las máscaras,
que cuelgan de las vallas publicitarias.
Hay un pájaro azul pasando las páginas del libro,
haciendo que la nieve crezca sobre la hierba amarilla.
Frente a nosotros, quedan las partituras de jazz,
los deseos mecánicos que rehusamos pautar,
y un tintero donde rebosa la saliva del olvido.
Hay un blues encallado entre los nervios del abismo,
volcán de ceniza que enloquece, nos borra de la existencia.
Hay un graffiti que el invierno no borra,
sigue escrito en tu vientre espinado.
Hay estigmas arrancando la belleza al subsuelo,
como una cifra en los labios de la reflexión,
como la tiza que ha partido el gemido del mundo.
Frente a nosotros, aguamaniles del alba,
y espejos rotos donde ya es ciega la usura.
Los pintores del miedo, entorpecen las miradas
de los emisarios del sol.
Vuelven a hacer visibles sobre la piel de los héroes,
los tatuajes, las grafías cotizando en bolsa.
Y yo respondo exprimiendo los versos,
sobre la ciudad que murmura tras la niebla.
Y tú rodeas con una almohada de hielo,
los sueños que no hiciste realidad.
Hay goznes invisibles en los que gira
la puerta del silencio.
Se abre y se cierra golpeándome el rostro.
Hay lágrimas de mercurio tras las máscaras,
que cuelgan de las vallas publicitarias.
Hay un pájaro azul pasando las páginas del libro,
haciendo que la nieve crezca sobre la hierba amarilla.
Frente a nosotros, quedan las partituras de jazz,
los deseos mecánicos que rehusamos pautar,
y un tintero donde rebosa la saliva del olvido.
Hay un blues encallado entre los nervios del abismo,
volcán de ceniza que enloquece, nos borra de la existencia.
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