- Bien decís mi señor. Osaría afirmar y jurar que estas visiones no son cosas católicas.
- ¿Católicas? Tal pareciese que fueran causa de encantamiento del mago Festón.
- Tal que así pareciese, señor Don Quijote.
- Cuádrigas, caballos y caballeros encaramados en las azoteas, leones que cuidan a niños y elefantes que caminan sobre su trompa.
- Pues espere vuestra merced a conocer al señor Gobernador, que dicen anda escombrando calles y aceras en busca de un tesoro.
- Y cómo decís que se llama ese malandrín.
- Don Gallar lo nombran, mi señor. Pero aquí la castiza gente le cambió el tratamiento y Gallardón le dicen.
- ¡Dios qué buena ciudad si tuviere buen edil!.
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