¡AY MARÍA...!
Hay un Madrid pintado por una batuda de soñadores que va sembrando de ambrosías versicolores sus calles y callejones. Un Madrid iluminado por un arco iris reflejado sobre un espejismo que deslumbra al viajero. De cuando en cuando, unos seres inanimados y coloreados asaltan al viandante, y un crisol de mensajes se entrecruzan por plazas y plazuelas. Es el Madrid que ignora al Prado y se inventó su propio museo callejero y popular. ¡Ay María, es la magia de esta ciudad invivible pero insustituible!
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