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En Madrid, en el barrio de la Guindalera, entre la plaza de toros de Las Ventas y el parque de La "Perona" (como se conoce popularmente a los Jardines de Eva Perón), quedan unos ejemplares (muy pocos), de lo que fue una barriada popular allá por los lejanos años de principios del novecientos. Fueron unas casitas humildes, levantadas irregularmente y habitadas inicialmente por capas populares. En aquellos tiempos casi todo era un descampado.
Entre las calles Roma, Cardenal Belluga y Castelar, quedan apenas una docena de construcciones ya, que han resistido los embates de la especulación más brutal. De todas formas estas construcciones, aunque protegidas, algunas de ellas están en un lamentable estado de conservación.
Esta barriada de construcciones neomudéjares se debe al arquitecto Julián MARÍN. Se desarrolló en tres fases, desde 1892 a 1905, pero no sin muchos problemas legales. Luego siguieron el proyecto otros arquitectos. Las fachadas diseñadas fueron retranqueadas respecto de la alineación de la calle, y fueron permitidos unos torreones o miradores de madera y cristaleras. También un pequeño jardin.
No faltaron ataques furibundos contra estas construcciones, entre ellas nada menos que una de José MARTÍNEZ RUIZ "Azorín" en el año 1962:
”A la izquierda de la Plaza de Toros, los diminutos hoteles del Madrid Moderno, en pintarrajeado conjunto de muros chafarrinados en viras rojas y amarillentas, balaustradas con jarrones, cristales azules y verdes, cupulillas, sórdidas ventanas, techumbres encarnadas y negras…, todo chillón, pequeño, presuntuoso, procaz, frágil, de un mal gusto agresivo, de una vanidad cacareante, propia de un pueblo de tenderos y burócratas” .
Afortunadamente hoy nada de esto se sustenta, y es de agradecer que se mantengan en pie estas ejemplos del neomudéjar modernista del Madrid del final del siglo XIX. Y una revelación que no espera encontrarse el paseante por el barrio de La Guindalera.
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