No faltan los que aseguran que se trata de una moda venida, cómo no, de los Estados Unidos. Una forma chic de hacerse notar. No es una gamberrada más, sino el efecto mimético (y muchas veces bobalicón) con que ciertas corrientes y modas americanas son seguidas por estos pagos. Y, como es natural, no sólo se habría importado esta estúpida acción, sino que además ya tiene nombre: lo llaman el shoe flinging. Genial.
Al fenómeno no podía faltarle la aportación de los "artistas". Para los oportunistas de siempre, se trataría de una nueva corriente artística urbana que practican varios "artistas" de nuevo cuño. En una ciudad es un "artista" loco y vanidoso de origen argentino, y en otra es otro "artista" de origen colombiano, etc. No faltan tampoco sesudos profesores universitarios de sociología que califican el fenómeno como una nueva tendencia que simboliza, para quienes la realizan, como un acto de afirmación por dejar su huella. Delirante.
Pero la explicación puede ser más prosaica. Simplemente se trata de una señal convenida entre traficantes de droga, para indicar a los iniciados que en alguna casa de las bocacalles, se vende "material". Tan sencillo como eso; y tan estúpido también.
Sea como sea, he aquí varios ejemplos actuales de no pocas calles de Madrid, invadidas por esta moda, arte (?), señal o lo que sea. No diremos los nombres de las calles para no estigmatizarlas, pero esto empieza a ser una plaga.
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