lunes, 13 de abril de 2009

LA FASCINACIÓN POR LO DESCONOCIDO



Se llamaba Michael Vieuchange y había nacido en 1904 en la ciudad de Nevers (Francia). Con 26 años se propuso iniciar un viaje. Siendo joven soldado escuchó a un compañero suyo un historia fascinante. Saint-Exupéry, a bordo de su avión de la L´Aerospatiale, había localizado una ciudad en lo más profundo del desierto del Sáhara, abandonada y donde nunca un hombre occidental había pisado.
Y no paró hasta que consiguió organizar un viaje a aquella misteriosa ciudad. Se llama Smara, y había sido fundada por el Chej Ma-el-Ainin (Agua de mis Ojos), a primeros de siglo. Salió de Marsella y llegó a Agadir (Marruecos), y allí consiguió contratar un grupo de nativos con los se disponía hacer cerca de seiscientos kilómetros a pie, atravesando el desierto y la hamada disfrazado de mujer marroquí, pues como francés, en el sur no sería bien recibido. Y ahí empezó un largo viaje de varios meses. Tuvo que retroceder, volver, sufrir traiciones, chantajes y retenciones. Pero por fin llegó a la ciudad santa y abandonada. Estuvo sólo unas tres horas, escribió una nota y la guardó en una botella que enterró en la arena. Luego bebió agua de un pozo y se volvió para Agadir. A los pocos días fue abandonado por los nativos y sólo uno le acompañó. Enfermó gravemente de disentería y apenas podía sostenerse sobre el único mulo que les quedaba. Por fin, muy enfermo, llegó a Agadir donde le esperaba su hermano y su novia. A los tres días murió. Tenía 26 años y había cumplido su sueño, al precio de su propia vida. Había sucumbido fascinado por la leyenda y por la influencia de su admiración por Rimbau.
Estuve allí en homenaje suyo. La ciudadela y la alcazaba reconstruida, mantienen intacto su espíritu. La botella con el escrito fue hallado algunos años después. Dejó escrito un libro que titularon: SMARA, carnets de route d`un fou du désert. Paul Bowles le leía sus páginas a un mecenas suyo que no podía leer porque estaba ciego. En fin, un honor haber podido visitarlo.

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