jueves, 2 de septiembre de 2010

RINCONES DE MADRID EN PELIGRO (I) : LAS VISTILLAS


PARQUE DE LAS VISTILLAS
(Madrid)
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El Ayuntamiento de Madrid ha aprobado recientemente un Plan Especial de Reforma Interior para el ámbito de este parque y su entorno. Ese Plan, presentado por el Arzobispado de Madrid, tiene prevista la construcción de varios edificios con 14.000 m2, plazas de aparcamiento, una residencia para sacerdotes y otros centros. Su ejecución supondría la pérdida de 15.000 m2 de zona verde según los vecinos que se oponen a él.
Este parque requiere más atención y cuidados. Sin que pueda decirse que esté abandonado, desde luego es muy mejorable. Forma una especie de promontorio o cornisa corrida desde el acueducto hasta la trasera de la basílica de San Francisco el Grande, y las vistas que le dan nombre permiten admirar el paisaje urbano recorrido por el Manzanares y las explanadas de los carabancheles. Aquí estuvieron en su día los palacios del Infantado y del Duque de Osuna. Peligra pues este espacio, y la organización Hispania Nostra lo ha incluido en su lista roja.


LOS EXTRAÑOS HUÉSPEDES DEL PARQUE
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El parque de Las Vistillas alberga a tres personajes en un estrecho recinto que nada tienen que ver entre sí. El pintor vasco Zuloaga, el escritor vanguardista Gómez de la Serna y La Violetera. Brindamos aquí algunas pinceladas para conocerlos mejor.


RAMÓN GÓMEZ DE LA SERNA
(1888-1963)
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Nacido en Madrid, fue un prolífico escritor (con más de cien obras publicadas) y también un periodista brillante e ingenioso, conocido especialmente por su aportación a un nuevo género literario: las greguerías, una especie de aforismo sentencioso con referencias humorísticas y metafóricas. Novelista, autor de teatro, ensayista y biógrafo de Valle Inclán y Azorín entre otros. También escribió su autobiografía que tituló Automoribundia.
Desde su tertulia del café Pombo en la calle Carretas, divulgó y dio a conocer las vanguardias literarias europeas. Pertenecía al movimiento literario conocido como el ochocentismo.
Durante su infancia, su familia se trasladó a vivir a la Cuesta de la Vega, hoy calle de Segovia, muy próxima pues al parque de Las Vistillas.
Varios viajes a París y el inicio de colaboraciones en periódicos van dando a conocer su talento. De París trajo la idea de crear una tertulia literaria en un café del centro de Madrid, y , elegido el Pombo, se celebraba todos los sábados en lo que se denominó "La Sagrada cripta del Pombo". Después nuevas colaboraciones y viajes. En uno de ellos a Buenos Aires conoció a Luisa Sofovich, que tenía un hijo de un matrimonio anterior. De vuelta a España vienen los tres. El ambiente político de la guerra civil y la añoranza de Luisita por Buenos Aires, hace que regresen y, finalmente, se autoexilie allí definitivamente. Sólo a finales de 1949 volvió respondiendo a varias invitaciones, pero después de muchos homenajes y distinciones volvió a Argentina, donde murió en 1963.




El monumento levantado en el parque de Las Vistillas en honor de Ramón, como le gustaba que le llamaran, lo fue en 1972 y es obra del escultor Enrique Pérez Comendador.



La tertulia de la Sagrada Cripta del Pombo, cuadro del pintor y escritor José Gutiérez Solana, activo miembro también de la misma.



IGNACIO DE ZULOAGA Y ZABALETA
(1870-1945)
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Otro de los huéspedes del parque es el pintor vasco Zuloaga, y la elección del emplazamiento de este busto de Juan Cristóbal González Quesada, es porque en las proximidades tuvo el pintor su estudio. Zuloaga por sí solo merece una extensa y detenida entrada. Esto son solamente unas breves pinceladas.


Desnudo titulado el clavel y la mantilla pintado en 1915


Óleo titulado la Calle de las pasiones, pintado en 1904


Ídolos y futuros torerillos, pintado en 1906 con el castillo templario de Turégano (Segovia), al fondo.



LA VIOLETERA
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Obra del escultor Santiago de Santiago, aparece colocada en este parque como si fuera en realidad un destierro. Encargada por el alcalde de Madrid Rodríguez Sahagún en los años ochenta, fue inicialmente colocada en la calle Alcalá en su confluencia con la Gran Vía. Pero no gustó a la oposición por considerarla representativa de un casticismo casposo y por su sospechoso parecido con la musa de los franquistas Celia Gámez. Incluso se obligó al autor del busto a declarar y explicar los motivos que lo inspiraron en una humillante comparecencia. En realidad se trataba de un homenaje al maestro Padilla, autor de la música de La violetera. Pero el Ayuntamiento, vengonzantemente, retiró la estatua y la llevó a un almacén, hasta que, dos años después, se creó una comisión que decidió desterrar a La violetera al parque de las Vistillas. Y allí sigue de momento, ofreciendo nardos y violetas a sus visitantes.

1 comentario:

  1. Estas cosas,son las que se tienen que editar, ya que son culturales e históricas

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