





Y fue lejos, allá por el desierto, donde conseguí escuchar las versiones de Serrat y su Niño yuntero. Y a fuer de escuchar y escuchar aquella cinta tantas veces, acabó gastada cuando ya todo había sido memorizado. Gracias Joan Manuel Serrat.
***
Me duele este niño hambriento,
Me duele este niño hambriento,
como una grandiosa espina,
y su vivir ceniciento,
revuelve mi alma de encina.
***
Lo veo arar los rastrojos,
y devorar un mendrugo,
y declarar con los ojos
que por qué es carne de yugo.
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