miércoles, 23 de junio de 2010

MISCELÁNEA AL FINAL DE LA PRIMAVERA

LA CASA DE LAS SIETE CHIMENEAS (MADRID)
JEDUARDO- 2010
Toma su nombre popular por las siete chimeneas con la que fue construida ya en su proyecto inicial, hacia la segunda mitad del siglo dieciséis. Es uno de los escasos ejemplos de arquitectura civil de ese siglo de Madrid.
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LA LEYENDA

La imaginación popular atribuye a esta casa palaciega curiosas y extravagantes leyendas, pero en aquellos tiempos eran tenidas por ciertas. Fue a mediados del siglo XVI cuando un montero de Felipe II compró este solar para construir una casa y regalársela a su hija, que por entonces iba a contraer matrimonio con un joven capitán perteneciente al noble linaje de los Zapata. Inicialmente le encargó el proyecto al arquitecto Silleros, pero luego fue Juan Herrera quien se hizo cargo del mismo.
Al poco tiempo de la feliz boda, el marido de la hija de montero del rey debió salir hacia Flandes en cumplimiento de sus deberes militares. Y allí murió en una de las batallas. La desconsolada viuda quedó sumida en la más absoluta pena y desesperación, hasta que un día apareció muerta en su lecho.
Y el pueblo de la corte comenzó a creer que la muerte de la joven viuda, se debía a Felipe II, quien visitaba la casa por las noches embozado. Nunca se pudo saber la causa de la muerte de la mujer, y los vecinos aseguraban haber visto por las noches en los tejados de la casa el espectro de una mujer vestida de blanco, con los cabellos al viento y una antorcha en la mano, señalando la dirección del Alcázar Real.

EL MOTÍN

Pero lo que no fue leyenda fue el famoso motín de Esquilache, que residía en esta casa. En efecto, el marqués del mismo nombre era ministro de Hacienda de Carlos III. Fueron los tres días entre el 23 y 26 de marzo de 1766, cuando una turba dirigida por monjes se sublevó contra los decretos de subida del pan y la abolición de las capas. Esquilache huyó hacia Aranjuez, y los revoltosos penetraron en la casa y prendieron fuego. Carlos III tuvo que destituir a Esquilache y derogar los decretos para abolir las capas y bajar el precio del pan. Este episodio es conocido también como la "rebelión de las capas".

LA CHICA DEL VIOLÍN

Es menuda y frágil como el resplandor de una luciérnaga. Y sus manos suaves como las caricias de una mariposa dibujando estelas en el cielo. Minuetos o polkas brotan de su violín y sus melodías suben y se redimen como una enredadera perfumada. Vino del país de las brumas celtas y reparte sonrisas que embelesan. Es la alegre chica del violín.


EL BESO DE TIMES SQUARE

Ha muerto Edhit SHAIN, la enfermera del beso en Times Square en Nueva York. La foto fue realizada por el fotógrafo profesional Alfred Eisenstatedt el 14 de agosto de 1945. Era la llamada fecha de la victoria, cuando acababa de ser anunciado el final de la guerra tras la rendición de Japón.
Los protagonistas de la foto no eran pareja, simplemente pasaban por allí. Ella ha dicho: "El muchacho me agarró y yo cerré los ojos. Le dejé besarme porque había estado en la guerra luchando por todos nosotros. Y me sentí feliz de hacerlo. Luego me dejó sola y se marchó".
En realidad Edhit no se dio a conocer como la enfermera besada hasta 1970, cuando se dirigió a Alfred para identificarse. Habían surgido dudas acerca de la espontaneidad del beso, y ella lo aclaró. A partir de ahí se hizo famosa, claro. Sin embargo nunca se supo quién era realmente el marino que la besa. Tres hombres se disputaron a lo largo del tiempo la titularidad, pero aún hay dudas: G. Mendoza, C. Muscarello y G. McDuffie.



EL BESO DEL HOTEL DE VILLE

Otro de los besos famosos es el de esta fotografía sacada en la plaza del Ayuntamiento de París en 1950, por el célebre fotógrafo Robert DOISNEAU.
Fue en el año 1993 cuando esta fotografía fue objeto de una demanda judicial, pues una pareja francesa afirmaba ser los enamorados besándose. Pero aparecieron otros hombres y mujeres asegurando ser ellos los besadores de la fotografía, y reclamando derechos de imagen. Esto obligó al autor a descubrir la verdad, y probar, con numerosas fotografías, que en realidad esta foto no tiene nada de improvisada, sino todo lo contrario.
DOISNEAU trabajaba para la revista America´s Life, que le había encargado un reportaje sobre París y el amor. Robert en realidad encontró a una pareja de novios en una cafetería junto a una escuela de teatro. Ella se llamaba Francoise Bornet y era aspirante a actriz. Su novio se llamaba Jacques Carteraud. Habían aceptado posar para su cámara. Esta pareja, cuando surgió la polémica, decidieron descubrir la verdad y demandar al fotógrafo, quien consiguió demostrar exhibiendo otras fotografías que había pagado a la pareja por posar. Ellos vendieron su copia a un coleccionista suizo en 1992, quien la compró por 155.000 €.
Pero, tal y como dice Susan SONTAG, "...la revelación, cuarenta años después, de que la foto había sido una escenificación con una mujer y un hombre contratados para ese día a fin de que se besuquearan ante Doiseneau provocó muchos espasmos de disgustos entre quienes la tenían por una versión preciosa del amor y del París romántico". En defintiva, no deseamos saber la verdad, porque en este caso es más convincente la simulación.

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