jueves, 29 de abril de 2010

EL ROMÁNICO DEL VALLE DE BOI

Iglesia del románico lombardo de San Clemente en el Valle del Boi (Lleida)
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Restos de los frescos rescatados de la iglesia de Sant Joan de Boi, Lleida.




La lapidación de San Esteban en la iglesia de Joan de Boi, Lleida.
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CUANDO LA PINTURA SUSURRA
A menudo vemos una pintura o una escultura antigua y sólo la vemos. Pero cuando nos detenemos a contemplarla y mirarla, nos damos cuenta que nos comunica algo, que nos explica algo y que, no estando en el siglo en la que fue pintada, se nos escapan sus símbolos y sus elementos claves.
Seamos por un momento artífices del viaje en el tiempo, y contemplemos un fresco románico, una pequeña parte de los frescos de la iglesia de Sant Joan de Boí, en la Vall de Boí, declarada Patrimonio de la Humanidad, concretamente la Lapidación de San Esteban.
La escena muestra a un grupo de personas lanzando piedras (dilapidando) a San Esteban.
¡Cuánto movimiento! ¡Cuánta fuerza! ¡Cuánta pasión contenida!. Todo elucubrado hasta el mínimo detalle. Los malhechores de perfil (una de las maneras de representar el mal), mientras que San Esteban con el rostro frontal y cuerpo de perfil de rodillas recibiendo los rayos de Dios muestra el bien.
Las barrigas de los “malos” forman un curva imaginaria que se inicia a la izquierda y finaliza allí donde se encuentra San Esteban. La mano de Dios, situada en la parte superior derecha, le envía su rayo divino lleno de fuerza y vida. Una curva y una diagonal que centran el pasaje en la figura más importante, San Esteban.
Y él de rodillas, si estuviera de pie, no cabria en el marco pictórico, su dimensión, su volumen nos señala su importancia. Sus ojos y sus manos desmesuradamente grandes imploran a Dios su misericordia, y recibe contestación, ese rayo de luz que le envía la Divinidad y que hace que San Esteban ya no sienta el dolor, que esté por encima de él, y que se muestre ante nosotros como una alma bendecida que pronto se encontrará en la Gloria.
No hay hieratismo, brazos y posiciones corporales rompen con el concepto más arraigado del románico, y quizá por ello, este pequeño fresco sea excepcional y único. El Maestro de Boí, consiguió atenazar un episodio bíblico y transmitirlo entre las penumbras de Sant Joan a todos sus fieles, y hoy a todos los que amamos un poquito el arte.
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Texto escrito por María Abril.
Profesora de Patrimonio Cultural

1 comentario:

  1. Maria:

    Me rio yo de quien haya pensado por un segundo que éramos unas ingenuas y pardillas que se dejaron engatusar por un ser despreciable con nombre propio (lo único propio que debe tener).
    ¡No se mereció ni el aliento que desgastaste con él!.
    Gracias por compartir y hacerme entender tanto en tan pocas líneas.

    Un beso muy fuerte.

    Merche

    P.D. Eduardo...por favor dime cómo hago para que desaparezca el nombre que figura cuando envío un comentario (en mi cuenta solo aparece el mío)..y odio lo que implica "Yolanda Caputo"

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